Escriben: Ariel Pennisi, Rubén Mira, Pablo Hupert, Alejandra González, Santiago M. Roggerone, Agustín J. Valle, Juan Cerdeiras, Raúl Cerdeiras, Omar Acha, María Iribarren, Hernán Sassi, Claudio Lozano, Gustavo Lahoud, Diego Valeriano y Sergio Lánger.
Diseña: Lalo Díaz
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La Nelly. Langer-Mira

Quién habla?. Ariel Pennisi*
1.
¿Qué es un cheto? Más allá de las definiciones tentadas por un coro de cancha, que conectan con la reacción y la devolución de “favores”, el cheto –lo cheto, como gustaría una lengua algo más académica, es decir, presuntuosa– no es otra cosa que una caricatura del espíritu antipolítico. Es una posición enunciativa, una forma de ver y decir las cosas a resguardo de las cosas mismas. ¿Desde dónde, entonces? Es un lugar imaginario que permite a quien lo habita, mientras se pronuncia, autoeximirse de las condiciones materiales, conflictividades y veleidades de la vida en común, es decir, de las relaciones tensas, inacabadas y excedentarias que se juegan en el “vivir juntos”: la política. El imaginario antipolítico presupone una armonía de fondo solo perturbada por “los conflictivos”, los que agitan un descontento en lugar de ajustarse a lo que les corresponde por capacidad, les toca por linaje o simplemente lo que les auguró la fortuna. Al mismo tiempo, ese “realismo” antipolítico pretende que la macroeconomía funciona sola, mientras la política no la perturbe o distorsione. Estos vectores atraviesan transversalmente la lengua de consultores, periodistas, políticos, “vecinos”…
El caso cheto despierta bronca en lo inmediato, pero si lo dejamos asentar mueve a risa. Entre las declinaciones de la risa, un ensayo clásico de Henri Bergson anota la malicia. Un genio maligno nos invade cuando detectamos en el gesto de nuestra presa el desfasaje grotesco entre lo vivo que fluye y los automatismos que intentan fijarlo. Esa rigidez parece gobernar los cuerpos con la mera repetición del gesto escultor; pero, en realidad, es la rigidez de la creencia en la mueca, la reducción del poseído a la forma de su posesión. Así, la maldad cómica por un instante y con ayuda de la sorpresa nos dice que la persona es la mueca, que ese viviente de apariencia respetable y voluntad propia es preso de un esquematismo que, para colmo de colmos, lo caricaturiza. ¿Qué es más gracioso, la irreductibilidad del desarreglo que incrusta en los cuerpos una fijeza o el no menos rígido y un tanto vergonzoso intento de ocultarlo?
El cheto es la caricatura de la antipolítica. Dice que no quiere saber nada con la política, mientras sirve de base electoral –y no solo– a opciones eminentemente ideológicas y hasta fanáticas, todo lo que pretende “neutral” evidencia privilegios consumados, todo lo que enuncia “natural” arrastra décadas de luchas, discusiones, conquistas y derrota. ¿Cuál es el peligro? Cuando la superstición toma por completo una estructura subjetiva (asociada a una estructura económica), el temor invade a quienes hasta entonces se sentían fuera de cualquier disputa, y lo considerado “evidente” por la sensibilidad antipolítica se apoya en otra evidencia occidental moderna: las fuerzas del orden. La escena de los chetos aplaudiendo a la Gendarmería que acompañaba la importante movilización macrista, resuena con el clima que notablemente registró Patricio Guzmán en La batalla de Chile (proyectado ayer –en plena veda– muy atinadamente por el amigo JGT): en ocasión de la elección intermedia de 1972, la oposición al gobierno de Allende movilizó todo el veneno posible convirtiendo las calles en un verdadero nido de víboras. En nombre de la democracia pedían la destitución del presidente Allende, que había sido electo hacía dos años por un margen muy estrecho y resultó ganador a través de Unidad Popular por casi diez puntos más que en la elección presidencial. En nombre de la democracia, la república, la libertad y las instituciones generaron las condiciones de un golpe militar asesino al que apoyaron y cuya memoria no pocos chilenos sostienen hoy día. ¿Los militares que violaron mujeres, asesinaron manifestantes y maniataron a la población los últimos largos días, expresan de manera indirecta al espíritu antipolítico? ¿Es la negligencia del que no se hace cargo, es la caricatura del cheto supersticioso, o son los deseos imaginarios de la burguesía?
2.
Aun en las puertas de una elección ya definida, con un triunfo por amplio margen del artificio electoral en que nos cobijamos como diversidad popular, no es conveniente soslayar la fuerza del espíritu antipolítico. La risa que nos potencia, la malicia democrática que descubre la caricatura del adversario, necesita también practicar el arte de reírse de sí misma, indagar en su propia fragilidad para inventarse distintas formas de fortaleza, siempre parciales. Nuestra apuesta –donde ya nos sentimos apostados– nos lleva de las narices al agite. El Frente es un paraguas, pero queremos llover en su frontera. ¡Nunca aguar la fiesta! Al contrario, exacerbarla ahí donde nuestros aliados más conservadores y “realistas” optan por ese camino que siempre lleva a parecerse tanto tanto al adversario…
Nuestro desafío será articular niveles de invención y lucha con capacidad de comprensión de relaciones de fuerza, considerando que, si bien quienes gobiernan monopolizan la decisión aun dentro del margen acotado que un gobierno ostenta en condiciones de refeudalización corporativista (más que de neoliberalismo), nadie puede arrogarse el monopolio de la decisión sobre lo posible. Ese el campo de investigación y agitación es nuestro margen. En un límite, la representación política se queda para sí con la potestad de la estrategia y, con ello, la capacidad de “sorprender” a los gobernados o incluso a adeptos y probables electores: Cristina Fernández informando a través de las redes quién encabezaría el nuevo Frente, quién sostendría nuestro paraguas (¿nuestro Rucci?). Acierto de la estratega en un tiempo en que lo estratégico no corre más, sorpresa política surgida de unas condiciones nada sorprendentes: la dirigencia, en algún lugar apartado de sus dirigidos hace su jugada, que se supone debería ser la nuestra.
En su reverso, nos reservamos el campo de posibles y con ello la sorpresa, pero no solo la capacidad de sorprender a dirigentes (como en 2001) o al establishment (como en las PASO), sino de sorprendernos incluso a nosotros mismos. Esa capacidad la perdemos cuando razonamos como un pequeño dirigente, como un militante bien comportado, como un adulto bienpensante que llama a la responsabilidad. Nuestra apuesta parte del diagnóstico del fin de las estrategias y asume el quiebre dosmilunero de la representación, pero, a diferencia de la antipolítica (una de las líneas abiertas en la bifurcación de 2001), pretende descubrirse política en una red de prácticas culturales, callejeras, institucionales, creativas; en un tacticismo infinito que fortalezca tramas en una proliferación del común siempre diverso respecto de sí mismo, nunca definitivo. No creemos siquiera un gesto de pragmatismo el llamado a la corrección política, no aceptamos el realismo calculador que se olvida para qué tanto cálculo, no se nos ocurre pensar que la homogeneidad hace a la fuerza. No demandamos gran cosa de nuestros votados de hoy, preferimos que se guarden sus estrategias junto con su narcisismo estructural, en todo caso, los preferimos permeables, disponibles a lo que seamos capaces de inventarnos esta vez…
Ni nos autoeximimos de la complejidad de la vida en común (como el espíritu antipolítico, pero esta vez “por izquierda”), ni nos identificamos plenamente con la boleta electoral (preferimos otras sábanas), votamos al peronismo tuneado por el progresismo desde un lugar de enunciación paradojal, popular e indecidible al mismo tiempo, uniéndonos en el sudor de la fiesta, mas persistiendo tozudamente en las singularidades que se nos arman y que no reclaman pertenencia ni identificación, solo celebran la existencia propia y de los demás. Pretendemos fortalecernos a fuerza de disidencias y articulación de niveles de complejidad, nuestro pragmatismo conecta siempre con la potencia del aquí y ahora, nuestro tacticismo sabe más de los riesgos del enfrentamiento que de nuestras propias posibilidades. Pero es, justamente, ese margen, ese cachito que no sabemos ni siquiera de nosotros mismos lo que nos mueve, lo que nos impulsa a la puesta en común, lo que hace de nuestro deseo un deseo político.
*Ensayista, docente (UNDAV, UNPAZ), editor (Red Editorial), autor de Filosofía para perros perdidos. Variaciones sobre Max Stirner (junto a Adrián Cangi, Autonomía, en Red Editorial, 2018), Papa negra (Ensayos en libro, 2011), Globalización. Sacralización del mercado (Errepar, 2001), publicó numerosos ensayos en libros y revistas. Conduce el ciclo Pensando la cosa en Canal Abierto. Editor, junto a Rubén Mira, de 27 de Octubre.
EL ENFIESTE RESULTANTE. Ruben Mira*
I
¿Porque anímicamente nos atrapa más el video en el que los carabineros tiran a un tipo de una tanqueta y lo ejecutan de un tiro que otro donde la multitud baila música electrónica mientras un hidrante los ataca y no paran de bailar y no retroceden y no dejan avanzar al hidrante con una barricada bailable? Hay algo de dramática repetición en la cooptación anímica del horror. La certeza premonitoria del resultado nos hace vivir parte del presente con el resultado puesto.
II
La revuelta social en Chile le puso un componente de proyectada tristeza a la casi certeza del triunfo electoral de hoy. No se trata solo del dolor empático, legítimo, por las víctimas de asesinatos, violaciones, torturas y detenciones ilegales. Se trata también de una proyección espectral que se potencia con las marchas del “Sí se puede”, con los aplausos de los gerontes a la gendarmería, con el enmascaramiento de las consecuencias del peor delito económico de la historia argentina bajo la forma de la crisis política, con la incertidumbre no ya del desenlace electoral sino respecto de la salida fáctica e institucional posterior. Temores instalados que son la ganancia obtenida por los chetos en los días que van del 11 de agosto a este 27 de octubre. Los fanáticos son capaces de todo. Se suma rápido, acá los chetos siguen teniendo: poder mediático, poder corporativo, poder imperial, poder judicial, poder armado, poder de manipulación virtual, y ahora también poder de movilización. ¿Por qué no suponer para nosotros un destino similar al que destruye Venezuela o amenaza a Bolivia o reprime en Chile? Tenencias regionales, articulaciones de la época, una mirada del imperio, todo coincide. No podemos ganar. Ningún triunfo es un triunfo. Ya todos sabemos lo que sucederá. Lo estamos viendo en el modelo, en los modelos. Resultado puesto, resultadismo. El modelo es esencial y atrapa cualquier imprevisto. Sabemos lo que sucederá porque ya sucedió. La repetición es el modelo de la captura anímica del horror.
III
Esta situación anímica no resiste un análisis real, se trata de fantasmagorías, de generalidades que tienen bases ciertas, que se fundamentan en cosas que están sucediendo, aunque esas cosas que están sucediendo no sean las únicas que recuperan cosas que sucedieron, aunque esas cosas que sucedieron no sean las únicas. No hay repetición posible, no hay analogías sostenibles, no hay posibilidad de pensar en base a modelos. Y, sin embargo, esta fantasmagoría histórica de lo que puede repetirse incide sobre el factor anímico del momento y, por lo tanto, en la ecuación política presente y futura. Preservarnos de esa captura es indispensable para el enfrentamiento que viene. Para ello no alcanza con el discurso descriptivo ni analítico del pensamiento político intelectual tradicional. Necesitamos, antes bien, instalar en el cuerpo una certeza de posibilidad anterior a los saberes críticos, la certeza de un resto común, capaz de llegar antes para estar ahí siempre. Una certeza de vivir políticamente casi bailando.
IV
Circularidad de la necesidad del festejo: es necesario festejar para no dejarse capturar, es necesario no dejarse capturar para instalarnos en una potencia de festejo, única garantía de preservación de la reserva anímica indispensable para protagonizar el enfrentamiento. El tema parece ser: ante la trampa de la repetición ¿somos capaces de pensarnos como no repetibles ni repetidores? Si ante la tentación del cambio podemos incidir en la coyuntura política como factor imprevisto, como resto que se dispone a lo que no se sabe aún, porque es apenas posible, incluso para sí mismo, porque incluso para sí, no se sabe.
V
No se trata de alcanzar el triunfo sino de entender la dinámica del festejo dentro del enfrentamiento. El festejo es aire respirable. El enfrentamiento no es nuestra medida de éxito o fracaso sino nuestro ambiente, el ecosistema propicio. La cuestión no es, en todo caso, si podemos ganar o si estamos condenados a perder, sino si podemos desplegar vidas comunes y comunidades políticas capaces de poner a prueba nuestras capacidades de vivir sin resultados y sin modelos. Si podemos, en y desde el enfrentamiento, dejar atrás el cambio, aliado de la repetición, para devenir mutantes o para mutar en devenires. En este devenir común cualquier resultado es un resultado puesto. Pero no cualquier resultado puesto es aire respirable. Mutantes resultadistas: los chetos se van, les ganamos. Nuestro infinito es el instante. Que hoy sea festejo eterno.
*Escritor, comunicador, diseñador y editor. Coautor junto a Sergio Lánger de la tira La Nelly (diario Clarín), autor de la novela Guerrilleros (una salida al mar para Bolivia). Editor, junto a Ariel Pennisi, de 27 de Octubre.
Lo que se va, lo que queda. Pablo Hupert
- Algo vamos a extrañar del macrismo. Extrañaremos, me decía un amigo, a los peronistas cuestionando los agrotóxicos, el gatillo fácil, el vapuleo a les docentes, la fuga de capitales y el pago de la deuda, la tibieza de la burocracia sindical, la especulación inmobiliaria, la entrega, el consumismo, la asfixia a los pueblos originarios, etc. Nos surgirá seguramente enrostrarles la contradicción. Pero no les importará contradecirse, porque a ellos participar del poder los pone contentos y confiados. Deberemos aprender que zafar del poder no se logra demostrando su incoherencia.
- Lo que vamos a festejar. Se van los chetos del gobierno, y presumiblemente se reduzca este clima favorable a la represión y el neofascismo (sin irse del todo). Mejores condiciones para cuestionar el orden y desear.
- La subjetividad que se queda. Se van los chetos del gobierno –sólo del gobierno. Quedan 45 millones de empresarios de sí mismos, muchos en versión linchador. Para esa mayoría gobernarán los Fernández.
- Lo que aprendemos. El voto, que no servía para nada, ahora sirve para lo que sirve. Sirve para echar a los que marcan la tonalidad de la discusión pública y para festejar. El voto no liga a representante y representado, ya sabíamos. Pero ahora aprendemos que eso no solo libra al candidato de cumplir el mandato popular; también nos libra a nosotros de la cara de culo al introducir el sobre. No hacemos votos de lealtad al votar. El voto es una simulación del poder, ya sabíamos. Pero ahora aprendemos que es también una simulación de nosotros y que simular libera potencia.
- La tarea que se viene. Afirmar potencia. No se viene una agenda ni un voto ni la defensa o cuestionamiento de una gestión del poder. Se viene agendar o votar o defender o cuestionar y otros gestos de la política convencional, como el de aliarnos con algunos compañeros peronistas, si tal o cual gesto expande potencia. Y también aprender nuevos gestos de la potencia, quizá menos ligados a los que legó 2001 y seguro más cercanos a los que practican los feminismos.
Nuestramérica está insurrecta. Alejandra González
Sin partidos.
Sin organizaciones.
Sin representantes.
Sin muchas palabras.
Con algunos carteles.
Payasos de nariz colorada.
Jóvenes que no vivieron las dictaduras de los setenta, en bicicleta.
Niños jugando a la pelota en medio de la multitud.
Sesentones que temen al toque de queda que les suena a Pinochet revivido.
Campesinos indígenas que alimentan con sus frutas y verduras a las poblaciones urbanas.
Empleados con expresión de hartazgo.
Adolescentes ágiles saltando los molinetes que les impiden circular.
Jubilados, personas en sillas de ruedas, perros espantados.
Amas de casa con cacerolas abolladas.
No miran la tele, festejan, corren de la policía, carabineros, pacos, milicos, lloran, lloran lágrimas de gases, se convidan mascarillas y limones.
Son apaleados, detenidos, amenazados, desaparecidos.
Vuelven. Festejan el estar juntos. Se asombran de su perseverancia.
Vuelven. Son gaseados otra vez.
Quizás ganemos algo, quizás nos derroten en parte, nos embauquen o nos asusten,
Pero queda una marca en los cuerpos y tajos en la memoria.
En Chile, en Quito, en Perú. Nuestramérica está insurrecta.
Después del futuro. Santiago M. Roggerone
Una hipótesis: lo que sucede estos días en Chile no es tanto una evocación de aquello que vivimos dieciocho años atrás en nuestras propias calles como una premonición de lo que indefectiblemente, más temprano que tarde, pasará aquí, entre nosotrxs. Porque se trata de lo que pasa y de lo que seguirá pasando cada vez más.
La secuencia que va del 14 de diciembre de 2017 al 11 de agosto de 2019 es la secuencia de la clausura de la experiencia macrista y, asimismo, la secuencia del desvío o la contención de lo que no fue, pero podría haber sido. El experimento que habrá de comenzar el próximo 10 de diciembre, sin embargo, será breve: jamás podrá estar en condiciones de emular algo de ese otro ciclo iniciado un 25 de mayo de 2003. El contexto global es tan otro que las chances de que algo así tenga lugar son prácticamente nulas. Es por eso que por más que intenten engalanarse con venerables vestimentas del pasado, los hombres y las mujeres que arriben al Estado no podrán siquiera jugar el juego de la parodia. Será entonces que la generación de expectativas que puso entre paréntesis al colapso y la explosión, y por consiguiente bloqueó la posibilidad de un futuro emancipado para todxs nosotrxs, pasará a ser parte de lo sido.
En cualquier caso, los días que seguirán al 27 de octubre serán largos. Lo que es ya no brinda ninguna clase de garantía, no despierta ningún tipo de esperanza. Los que nos tocan en suerte son tiempos verdaderamente interesantes, en los cuales todo se trastoca y desordena.
Hong Kong, Cataluña, Ecuador, Líbano, Haití, Chile son nombres de lo que empieza después del futuro, o más bien de un presente ininterrumpido y por añadidura celebratorio de la consumación de la historia, en el cual siempre resultó más sencillo imaginar el fin del mundo que el del modo de producción del capital. Nombres, por lo tanto, de una resuelta y desesperanzada condena a que las fétidas ganancias de quienes celebran ese futuro eterno y catastrófico continúen valiendo más que nuestras propias vidas. Nombres que apenas comenzamos a pronunciar, pero que no obstante son cada vez más los nuestros. Nombres que en el acto de ser dichos cifran y designan una indómita y persistente pulsión que habita el cuerpo: la pulsión de cambiarlo todo, para que así entonces ya nadie más tenga que prometer cambiar cosas que no puede ni pretende cambiar.
Después del futuro, es aquí donde hoy nos encontramos. El panorama no podría ser más alentador.
Es muy difícil hablar, pero. Veintisiete de octubre de dos mil diecinueve. Agustín J. Valle
1. Es muy difícil hablar porque, de tan vivo que está todo, es muy difícil elegir con rigor los nombres para las cosas. El llamado gorilismo, por ejemplo, o macrismo o riquismo o ideología de los ricos, está, derrotado, en el momento más irracional y fanático de su historia de los últimos cuarenta y cinco años. Es un peligro.
2. Los movimientos de resistencia que, en estos cuatro años, deterioraron al macrismo hasta volverlo derrotable, no fueron precisamente encabezados por Alberto y Cristina; la herramienta electoral del antimacrismo no coincide exactamente con los sujetos y procedimientos que posibilitaron este –aún no consumado– triunfo. El movimiento feminista, el canto MMLPQTP surgido en el hinchismo futbolero, las multitudes tomando las calles contra la previsional y por Santiago Maldonado y por los salarios y contra el 2×1 a genocidas, la multitud de memes y grafittis y medioactivismos silvestres: los hitos de la resistencia no son potestad partidista.
3. Tras ganar las PASO, Alberto llamó a no hacer manifestaciones (la casa está en orden…). Ahora bien, dos semanas antes de los comicios lanzó un spot donde refiriéndose a Macri dice “Se lo dijimos en la calle, y no lo escuchó; se lo dijimos en el Congreso y tampoco; se lo dijimos en las PASO y tampoco; digámoselo el 27 en las urnas”. Alberto no estuvo en esa calle, pero entiende que sin la calle el macrismo no hubiese devenido derrotable.
3. En la serie documental sobre la guerra de Vietnam, muestran que el Pentágono durante la invasión yanki elaboró una mega computadora donde ingresó monumentales cantidades de datos, absolutamente toda la realidad datificable involucrada en la guerra, para que la máquina predijera, pues, cuánto iban a tardar los adalides de la libertad en aplastar al campesinado independentista; después de procesar durante días toda la información sobre poblaciones, cantidad de soldados, toneladas de explosivos y napalm, etc., etc., la computadora determinó que Estados Unidos había ganado la guerra dos años antes.
Lo viviente se le escapa por naturaleza a la informatización, aunque la informatización normalmente ordene el mundo. La encuestología falló en Argentina por la naturaleza misma de lo viviente. Solo que esa naturaleza a veces se despliega más y a veces se bloquea más (cuando por ejemplo logran más performatividad las imágenes aparateadas). Lo vivo (y no es lo mismo estar meramente vivo que estar bien vivo) ejerce una masividad clandestina respecto de la aparatización de la imagen social. Se conteste lo que se conteste en la encuesta (¡y las encuestas jamás confiesan cuánta gente elige no atenderlas!), hay una dimensión de lo vivo que no está mostrada, qué está en segundo plano. Es simple, todos tenemos un ánimo dominante en cualquier situación en que estemos, y nos pueblan a la vez afectos relativos a la situación que no coinciden plenamente con el afecto dominante. Nos cae bien y nos llevamos bien con alguien que en tal cosita no nos cae taaaan bien; vivimos aceptando nuestra vida, aunque por otro lado algo nos duela o parezca mal… Hasta que ese afecto secundario logra armar su entramado donde volverse actual, actuante. Una ciudad puede tener un ánimo con presencia masiva pero no tan visible, medio clandestino. Así pensábamos a la marea ricotera, así se vieron los quince puntos de ventaja en las PASO, que acaso crezcan hoy.
4. La máquina de imágenes que son más verdaderas que lo vivo logró invisibilizar en buena medida el ánimo político argentino, pero no con performatividad suficiente. Ese ánimo, esa masividad clandestina es una constelación abierta, sin eje central en un líder o estructura. Ahora se abre una ambivalencia entre calle y voto, entre constelación multitudinal viva y liderazgo –¿instrumental?–. La confianza en que por arriba se modifica la infraestructura sensible de un país (sobre la que se asientan los negociados, las expoliaciones, la desigualdad), es peligrosa porque al “arriba” lo presionan muchas fuerzas distintas; esa confianza no debería invisibilizar que los posibles se conquistan en la movilización multitudinal de lxs comunes, y nunca sin la calle, que, para nosotros, urbanitas, es la tierra.
De regreso a oktubre. Juan Cerdeiras
¿Cuánto tiempo más vas a estar
esclavizado así,
refugiado en tu soledad?
con tu tortura de TV,
siempre así.
Patricio Rey
En Chile, el pueblo descontento sale de la guarida cotidiana para poner el grito en el cielo por un aumento en el boleto del metro. Una periodista chilena sintonizada con la aventura explica “los estallidos de violencia irracional” como un hastío comprensible por la situación de malaria y hambre del pueblo. Como siempre el discurso periodístico hasta cuando acierta se equivoca, se esgrimen unos cuantos argumentos objetivos que interpretan y procesan lo real de los eventos y emiten una sentencia favorable, “¿Qué pretendían que pasara?, están tirando demasiado de la cuerda”. Por supuesto, parece que la violencia siempre “irracional” de los otros encuentra rápidamente su razón de ser. No es tan complicado, ¿verdad? Otro canal, en Argentina “un millón” de personas sale a la calle para apoyar a “Juntos por la paz”, claro, porque “la Violencia es el Otro”. El videograf anuncia que el presidente ha dado marcha atrás con los aumentos en Chile.
Mientras tanto, en Argentina se debate, porque aquí impera la Razón. Los de “el pago es con Todxs” dicen que “Juntos por el pago” hizo mal las cuentas y ahora por eso el pueblo está hundido a fondo. Pero Todxs saben que “los muertos no pagan” y que Juntos están tirando mucho de la cuerda. También Todxs saben lo que pasa cuando se tira mucho de la cuerda, porque ven la tele y no son tontos. También Todxs dicen que el pueblo argentino no es tonto, y que no cree en las mentiras, y que sabe que Juntos va a tirar mucho de la cuerda y que tal vez se desate… vaya a saber uno qué cosa.
En Ecuador se armó otra rumbita, una fea carajada, suben los combustibles y se desata de vuelta. El “capitalismo de Todxs”, que habría celebrado estos “revoltijos irracionales” cuando aún no estaba en el fondo, ahora hace cuentas y sabe que es “mejor no hablar de ciertas cosas”. Uno que quiere que los capitalistas la paguen dice que hagamos un minuto de silencio por los muertos en Ecuador, pero Todxs está muy ocupado discutiendo con “Juntos por el Capital” como para escuchar y, además, ¿para qué?, si los muertos no pagan…
Pero Todxs no es tonto, y sabe muy bien que Juntos se fue de mambo, que seguir así no es racional, que están tomando de más y están tolerando todo. Entonces Todxs cree que el que “a hierro mata a hierro muere” y que si en vez de subir el boleto lo baja y que si en vez de subir la nafta la baja entonces todo va a volver a la normalidad y que nadie va a salir a quejarse porque ellos no van a tirar mucho de la cuerda, ellos van a tener la “vaca (muerta) atada”. Pero por si acaso lo dicen, no vaya a ser que alguien se haya perdido el noticiero de las nueve: “quedémonos en casa, seamos responsables que ya viene el día del cambio, y va a ser un día hermoso.”
Sin embargo, Todxs tiene razón, el pueblo no es tonto, y además también miran la tele y ven lo que todos ven y nadie dice. Que con un poco de irracionalidad y un fueguito aquí o allá alcanza para que no sigan hambreando y que son muchos los que tienen hambre y pocas las manos que dan de comer. Todxs cree que el pueblo es como el perro con hambre, que nunca muerde la mano que le da de comer, pero el pueblo dinamita está fiero como un tártaro, y aunque mueva el rabo con docilidad en cualquier momento dice ¡No!, y desobedece, ¡No!, y es lo mejor que hace.
Así que hoy nos toca ser como el zorro viejo que la va de rififí mientras ensaya aquí o allá algún fueguito, porque sabe que en cualquier momento hay que salir de la guarida y dar el zarpazo, y porque también sabe que es mejor ser muerto, que un número que viene y va, y, además, los muertos no pagan, ¿no?
Así que, mientras Todxs Juntos celebran la próxima “fiesta de la democracia”, y el pueblo exclama “¡maldición, va a ser un día hermoso!” y piensa “esa fiesta, ¿quién la paga?”, no hay que olvidarse que nuestro ángel guardián es de todxs el más tonto que hay y que la única pregunta que queda por hacer es ¿Cómo bancás este infierno?
Chile declaró el «toque de queda». Por si no queda claro, al toque.
Ni votos ni botas: el pueblo diciendo: ¡presente!. Raúl Cerdeiras
El Estado no flota en el aire, es siempre el Estado de una situación, siempre recubre, garantiza un modo específico de estructura social, se subordina a ella, la representa. En esa tarea adquiere una autonomía y poder tal que arma diferentes tácticas para lograr su único fin. Las políticas emancipativas activas el siglo pasado cometieron el error de pensar que ese aparato iba a servir también para destruir los sistemas socio-económicos de los cuales él era su custodio: vinieron la toma del poder, los Estados socialistas, la Patria socialista… desastre del que aún no nos reponemos. Pero bien aprovechado por el neoliberalismo que despliega impunemente su salvaje explotación recurriendo a la trampa político-estatal de convencernos que tenemos sólo dos opciones políticas: la democracia o las dictaduras, así el pueblo queda separado del poder que él es capaz de generar.
La democracia es la dictadura perfecta porque nos mantiene sojuzgados dentro del orden vigente sin tener que recurrir a la fuerza; y la dictadura es la democracia perfecta porque siempre se la retira cuando ese trabajo lo puede hacer la democracia. Dilema que hay que romper para salir de ese péndulo mortífero y abrir un nuevo ciclo político-emancipador.
Pero hay nuevos vientos en nuestramérica: ¡Qué se vayan todos! suena otra vez. Mientras tenía lugar la parodia del “debate democrático”, los pueblos de Ecuador y Chile salieron a la calle a decir que no necesitan representantes y que el poder no está en el Estado, lo están construyendo ellos, aquí y ahora. Que a los planes de ajuste se los rechaza efectivamente no presentando el interminable lamento de la pobre víctima a la que un puñado de estériles “políticos” les pide su voto diciéndoles que ellos “saben” cómo solucionar los problemas de los más “vulnerables”.
Es tiempo ya de empezar colectivamente a inventar las nuevas formas de politizar estas revueltas y organizarlas fuera de los partidos y a distancia del Estado. Será el comienzo de una nueva experiencia política igualitaria para acabar en serio con el capitalismo mundial. Lo demás ya es viejo, puro chamuyo.
Tiempos electorales y política. Omar Acha
Los procesos electorales participan de la vida política. Pero no son un sinónimo de la política. Es incluso viable argumentar que las elecciones –como concurso de candidaturas selectas en mesas chicas de castas profesionalizadas– pueden ser una variante de la antipolítica.
El que hoy las elecciones sean consideradas como un sinónimo de política es el resultado de la derrota de otras concepciones de la política. Me refiero a la derrota de las políticas revolucionarias.
A tal punto llegó esa naturalización de la democracia representativa y autonomizada en manos de las castas profesionales que las políticas revolucionarias fueron condenadas como la ausencia de política.
No me cuento entre quienes oponen sencillamente las elecciones a “la política”. Pero reconozco el filo crítico en la denuncia. En efecto, la manera en que se distribuyeron las listas electorales en todas las opciones políticas de las elecciones del 27 de octubre de 2019 revela que esas candidaturas son elencos de jetones y jetonas definidos entre élites profesionalizadas. ¿Es eso política? O más bien, ¿qué tipo de política supone?
Es sensato reflexionar respecto de qué significancia política está involucrada en las elecciones del 27 de octubre. Como en materia electoral soy un malmenorista convencido (nunca digo que todas las variantes sean equivalentes), no vengo a oponer ideales a la realidad. Me satisfago con reflexionar sobre esa realidad y no embellecerla.
Solo quiero subrayar que estamos ante un tiempo electoral cuya relación con la política es equívoca. Entregarse pasivamente a los manejos electorales es una opción entre las posibilidades múltiples de la política.
¿Acaso hay algo más político que dejar de dar por inmutable las estructuras de la sociedad en que vivimos? Si todas las candidaturas dan por intangibles las estructuras de nuestra sociedad –incluso aquellas que se proclaman inequívocamente de izquierda–, cabe interrogarse si no estamos ante un simulacro de la política. O del simulacro como política que se autopresenta como la única política viable.
Cuando se resuelvan esos concursos entre bolsas de gatos en gran medida borocotizados protagonistas del 27 de octubre, ¡que comience el tiempo de otras políticas posibles!
Hacernos ver. María Iribarren
“Nadie quiere dormirse aquí,
Algo puedo hacer”
Los abuelos de la nada
“No hay liberación sin el peronismo,
pero el peronismo solo no puede hacer la liberación”.
John W. Cooke
El desvanecimiento de esta revista coincidirá con el inicio del porvenir bajo el signo de la reconstrucción. Tiempo y espacio indeterminados que, sin embargo, hospedarán la urgencia de probar la pericia del Frente de Todos para asumir las obras que serán necesarias, en las peores circunstancias.
… Ladrillo por ladrillo en un diseño mágico…
Recuerdo la noche de agosto y sueño con más y mejor alegría por lo que vendrá. La reapropiación de la palabra, el abrazo en voz alta, recuerdo. Más alta la voz ahora, cuando la brutalidad de la derecha neoliberal ahorca la cintura cósmica en el Sur, muy cerca de nosotrxs.
… Sus ojos embotados de cemento y lágrimas…
Desde los barrios, las escuelas y universidades, en los trabajos, los feminismos, lxs jóvenes y sus hermanxs, “los 70”, las organizaciones tenemos la tarea de equilibrar el recinto y la casa de gobierno con las plazas populares. Nuestras plazas, las históricas. Estar ahí, a la vista. Y para hacernos ver. Cuerpos con ojos. Cuerpos de clase. Cuerpos de todes.
… Amó aquella vez como si fuese última…
Gato a la francesa. Hernán Sassi
Así como hace unas décadas al bacán de countrie se le dio por tener un perro labrador, en París, a los imprenteros de Saint-Severin, allá lejos, en los inicios del Siglo XVIII, les dio la loca por los gatos. Cada quien tenía el suyo; los había quienes contaban con dos o tres incluso. A todos y a cada uno le daban mejor vida que a los industriosos obreros que trabajaban en su nada modesta fábrica, espacio en el que ese patrón, figura fantasmal y antagónica del jefe de gremio que comandaba la tropa en el medioevo, cuentan los aprendices de imprenta, les daba de comer las sobras, en particular –dato paradójico que agrega tensión hitchkoquiana al relato–, comida para gatos.
De día esos gatos eran tan invisibles como el patrón. De noche, dele que te dele; maullaban que daba calambre. Se hacía difícil reponer fuerzas para volver al trabajo al día siguiente.
Pasaron algunas noches de insomnio hasta que, a un puñado de aprendices, en un arrebato justiciero antes que vengativo, no se le ocurrió mejor idea que matar, por la noche, porque “al destino le agradan las simetrías”, como decía Borges, a los gatos.
Hoy habrá muerte simbólica. Acaso sea también, como la que tuvo a estos aprendices devenidos en impensados precursores de la Revolución Francesa, premonitoria. Depende de nosotres que la de esta jornada sea el inicio del fin de una noche oscura que en la Argentina se inició hace largas y angustiosas décadas.
El desafío: desbordar el posibilismo. Claudio Lozano
El futuro está abierto. Es complejo, pero está en disputa. El pueblo argentino plasmó electoralmente el repudio al neoliberalismo que vuelve a cobrar bríos en América Latina. Las luchas del pueblo ecuatoriano, las extraordinarias movilizaciones de repudio al Modelo Chileno, el triunfo de Evo Morales en Bolivia y López Obrador en México, nos dicen que América Latina está en disputa. Nos dicen que el monocorde clima conservador de hace algunos años se ha debilitado. En este marco, el Frente de Todos ha demostrado ser un excelente canal electoral para frenar el avance neoliberal. Deberá demostrar ahora que puede ser capaz de transformarse en una fuerza política en capacidad de convocar y democratizar la sociedad argentina, para transformar la energía de los votos en el sostén de un nuevo camino de igualdad y soberanía. La presión de Trump , el FMI y el endeudamiento, por un lado, y las amenazas inflacionarias del poder económico, por el otro, son los actores que en sociedad con la coalición electoral institucional de Cambiemos ( que ha sacado más votos que hace cuatro años) y algunas estructuras tradicionales que mantienen influencia sobre el Frente de Todos, buscarán condicionar el futuro para mantener a la Argentina alineada con la geopolítica norteamericana, el pago de la deuda, el extractivismo productivo y la desigualdad económica y social. El voto popular y la dinámica social de América Latina han puesto la vara bien alta. Han generado las condiciones para que la política desborde el posibilismo. Hay un desafío para las organizaciones populares en el marco de un nuevo gobierno.
Para recuperar nuestra energía como bien común. Gustavo Lahoud
Nos dijeron que en Argentina habíamos derrochado energía. Que fuimos parte de una fiesta dispendiosa, infame y ruinosa. Que pagábamos tarifas que no reflejaban los verdaderos costos. Que necesitábamos «aprender», de una vez por todas, cómo se hacen las cosas en un país «en serio».
Entonces, nos arrojaron por la cabeza un impiadoso y cruel tarifazo, que sirvió para lubricar una transferencia multimillonaria de toda la población a un selecto grupo de empresas amigas del gobierno macrista. Bajaron impunemente subsidios y edificaron un relato ultra mercantil sobre los costos de la energía, que fueron dolarizados. Con las devaluaciones sucesivas y la entrada del FMI al país, les estalló el esquema rentista y decidieron «castigar» a toda la población con la profundización del saqueo. Consolidaron pobreza energética, impidieron el acceso a la energía y la transformaron en un bien suntuario tanto para la población como para los sectores productivos. En definitiva, nos dejaron sin energía, concentraron aún más los negocios, y lo combinaron con saqueo financiero, deuda y fuga de capitales inéditos en la historia argentina reciente.
Desde el 27, estamos dispuestos a sostener estoicamente la esperanza en pos de recuperar la energía como derecho, como bien común, como medio indispensable para asegurar una vida que valga la pena ser vivida. Y vamos a pujar para sostener debates imprescindibles, para articular esfuerzos comunes entre organizaciones del campo popular y para proponer acciones concretas que nos permitan recuperar una planificación democrática y desmercantilizada de la energía.
No hay que olvidarse. Diego Valeriano
No hay que olvidarse de lo que fue este gobierno de chetos, de la tristeza que trajo, de la fiesta que quiso apagar. Hay que repetirlo hasta el cansancio para que se vuelva algo irrepetible. Tampoco hay que olvidarse de los cómplices que flasheaban república, seguridad jurídica e integración al mundo desde sus micrófonos. No hay que olvidarse del FMI, de lo que son, de lo que siempre fueron. No hay que olvidarse de los ortivas que aún hoy bancan este desastre, esos tipos que festejan pibes muertos, esas minas que justifican violadores. Esa gente que se cree buena porque trabaja todos los días y quiere a su familia. No hay que olvidarse de porque llegaron al gobierno, de los afectos que estaban en juego y que la vida es un garrón bastante seguido. No hay que olvidarse que antes que Vidal estaba Scioli, que los calabozos siempre huelen igual y que ser novia de preso buscando noticias es una condena. No hay que olvidarse que la Gendarmería está ahí hace rato, tan extranjera, tan poronga, tan maldita. Ni de Luciano, ni de los guachos sin nombre que perdieron cada noche, ni de las pibas que denuncian a los capos de la orga y quedaron ahogadas en el silencio de las compañeras. No hay que olvidarse de la masacre de Once, del desamparo enorme de esas familias, de quienes encubrieron por obediencia, de quienes justificaron tan indignamente, de quienes dicen no saber bien qué pasó. No hay que olvidarse que muchas veces hay quienes reivindican a las víctimas según quien sea el victimario.