Bruno Napoli

Terrorismo económico de Estado, Bruno Napoli.

Más allá de la dificultad para hacer previsiones tras el discurso de Macri del lunes 12, hay un recorrido económico de esta gestión a tener en cuenta a la hora de leer la estrategia del macrismo derrotado.

En primer lugar, este gobierno –tal como lo conocimos y el tipo de alianzas que tejió– comenzó como un proceso absolutamente inviable en términos económicos, sobre todo en cuanto a la macroeconomía. No tuvo políticas en relación a los números grandes: lo que refiere a todos los presupuestos y gastos nacionales, el impacto en economías regionales, el impacto en la economía doméstica de los trabajadores, el impacto en la recaudación impositiva. Todas esas variables fueron desatendidas, tanto como la posibilidad de tener dólares propios.

Por otro lado, el macrismo, desde el comienzo de la gestión, desfinanció definitivamente al Estado. Dejó de cobrar retenciones, permitiendo que quienes cobrasen en dólares los pudieran mandar al exterior de por vida: es decir, anuló la obligación de los exportadores de traer al país los dineros que ganan con productos argentinos abriendo la posibilidad de formar activos en el exterior. En términos financieros, abrió la economía argentina a una enorme circulación de capitales especulativos, habilitando a grupos económicos que no saben qué es nuestro país ni dónde queda, pero que sí saben de plazas que se abren, a entrar con una moneda, cambiarla, ganar con la tasa de interés, volver a cambiar esa moneda y salir con dólares para dirigirlos a algún “paraíso” fiscal. Otro dato que viene atado a este mecanismo de “bicicleta financiera”: si el Estado pide plata prestada y a la semana devuelve esa plata con el 74% de interés, o bien se trata de un Estado bobo, o bien le está sacando ese dinero a alguien; y en este caso se la sacó a cada uno de los argentinos que trabajan, quitándole dinero vía impuestos solo para pagar esas tasas especulativas a grupos financieros, a bancos y a especuladores.

Una vez que transformó Argentina en una de las principales plazas de capitales especulativos del globo, este gobierno macrista también les permitió a los ciudadanos argentinos con mayor poder adquisitivo del país formar activos en el exterior de manera legal y sin pagar un centavo de impuestos.

Ahora bien, esta gestión política de Macri, que desfinanció el Estado, dejó sin dólares al país, desprotegió la política productiva, sosteniendo solo los impuestos sobre los trabajadores y sobre las Pymes y condonando deuda a la clase más rica del país, hoy se convierte en un gobierno imprevisible. Pierde las elecciones y logra que el dólar se dispare generando una disparada total de la economía argentina. Porque todo lo que nosotros consumimos está dolarizado en algún porcentaje, desde la nafta hasta los alimentos, incluso las tarifas de los servicios; por lo tanto, una disparada del dólar en un día al treinta por ciento impacta en todos los precios. La lógica diría que no se sostiene por la ineficiencia de un plan que hace tres años y medio es inviable y no, como intenta argumentar el presidente, “por el temor de los mercados ante voto mayoritario al Frente de Todos del domingo”. Porque esto mismo ya pasó hace dos meses, y ya pasó hace un año, cuando tuvimos que volver a pedirle plata al FMI.

Un punto aparte: el FMI como un mero ejecutor del flujo entre capitales internacionales también debe ser pensado. A saber, si el FMI pone una suma de dinero en Argentina que sabe que inmediatamente va a salir de este país para formar activos en el exterior, deja de ser un regulador de flujos y se transforma en el garante de la circulación más aceitada de capitales especulativos. Sería demasiado ingenuo pensar que es otra la función de este FMI bajo dirección de Estados Unidos, el país que imprime los dólares que circulan por todo el planeta.

Pero volvamos, ya que el problema no es el Fondo, el problema son los nuestros. El problema de Argentina no está fuera de Argentina. Y la solución tal vez no sea económica sino política. Es decir que, una vez que esta banda de marginales de la economía que son los funcionarios radicales y del PRO se vayan del Estado, inmediatamente la gestión esté en manos de funcionarios que sepan de macroeconomía y que se ocupen de tomar medidas necesarias para salvar el paquete macroeconómico que sostiene al país: desdolarizar la economía argentina de una vez por todas, restablecer de inmediato el consumo interno, proteger la producción y frenar esta circulación de capitales especulativos que lo único que hacen es vaciar a la Argentina de divisas para producir capital en el exterior.

La coyuntura es incierta, pero deja al desnudo el tremendo salvajismo de esta banda de marginales que llegó al poder a fines del 2015 y su intención desmedida de hacer dinero. Macri hará todo lo necesario para sostener el gran negocio para estos intermediarios y comisionistas que, no satisfechos con enriquecerse a costa de la sociedad argentina, mediante el control administrativo se condonaron deudas particulares. El domingo quedó develada una estafa sobre la sociedad, a la que le hicieron promesas sin cumplir ninguna –algo que es parte del juego de la política–; pero el lunes quedó en evidencia una enorme estafa económica sobre las cuentas del Estado Nacional.

La gestión macrista llegó al poder diciendo que “venían para quedarse”; lo sostuvieron incluso dos días antes de las elecciones sabiendo que las perdían. Ese espíritu de “sí se puede”, de “se puede todo”, hace pensar que lo que está ocurriendo desde el lunes en la economía argentina es un tipo de golpe económico que tiene como fin último una forma de clausura democrática, ya no a la vieja usanza de los golpes de Estado, sino con parámetros similares para limitar el desarrollo de la democracia. La escena del lunes representaría, en esta lógica, un fuerte castigo. Una amenaza explícita: “soy capaz de romper todo y generar terror si no me votan”, utilizada para limitar todas las formas de discusión democrática sobre la situación y los problemas de la economía nacional. En lugar de una solución política que debería proponer un gobierno democrático frente a una crisis política de esta envergadura, el macrismo no tardó ni veinticuatro horas en producir un autogolpe económico para generar terror en la población argentina que debería proteger.

*Historiador, docente, coautor de La dictadura del capital financiero (Autonomía – Peña Lillo)


Acerca de 27 de octubre

Una revista para pensar en la coyuntura electora los posibles comunes. Una cuenta regresiva hasta la elección. Cada día una nota escrita por amiges diferentes. En cada nota el pensamiento como potencia de lo presente. Y un punto de llegada: fuerza de rebelión y de fiesta para no quedarnos solo con lo que hay.

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