Conmovido hoy veo las imágenes de Quito y de Santiago. Las sublevaciones no pretenden identidad ninguna, plantean una profundidad de campo no percibida y un fuera de campo impensado. Hay sobreabundancia de representación en todas las direcciones que convive con un abandono de las imágenes de la memoria para borrar las formulas sensibles de posibles insurrecciones. La ciudadanía está erosionada y, una representación cultural que tenía que ver con una herencia de los pueblos alzados, ha sufrido una masiva inflación hacia fascismos derivados. Esta es la paradoja y el lugar resbaladizo de cualquier imagen política presente. Pero como un antídoto los pueblos se sublevan desde abajo en Nuestra América y recrean lo imaginario de la revuelta.

Todas las imágenes que insisten o persisten son teológico-políticas, y no parece nada sencillo desarmarlas. Son compuestos sensibles y no sólo representaciones de modelos, mitos o figuras estables, sino modulaciones de intensidad de las fuerzas materiales del fondo social que se hacen superficie. Irrumpen para decir todo aquello que no muestran, todo aquello no visible que las constituye y la variedad de potenciales aún no desplegados. Van hacia el pasado, y sólo así se abren hacia los porvenires.
Para que haya una representación política con consignas potentes tiene que haber una presentación “cultural fuerte” que no esté vaciada de las fuerzas de los cuerpos de las que emerge. Necesitamos imágenes pese a todo, pero con la fuerza corporal y ritual de aquellos gestos que se sublevan y de aquel movimiento que reúne. La consigna política de las fuerzas vitales que vienen de abajo y aspira a la sublevación, es la que vuelve pensativo el movimiento del intervalo del tiempo político. “Todo está por romperse, pero no se rompe”, dice un grafiti callejero de nuestra Buenos Aires. Pero al fin se rompe o se transforma. Es la enseñanza de las sublevaciones del presente de Nuestra América.
*Ensayista, filósofo. Enseña en la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de La Plata y la Universidad Nacional de Avellaneda, donde dirige la Maestría en Estéticas Contemporáneas Latinoamericanas. Es autor de Gilles Deleuze. Una filosofía de lo ilimitado en la naturaleza singular, Pensamientos locales en Red Editorial, 2010); co-autor de Filosofía para perros perdidos. Variaciones sobre Max Stirner (junto a Ariel Pennisi, Autonomía en Red Editorial, 2018), además de compilador de otros títulos y autor de diversos ensayos y artículos.
Acerca de 27 de octubre
Una revista para pensar en la coyuntura electoral los posibles comunes. Una cuenta regresiva hasta la elección. Cada día una nota escrita por amigues diferentes. En cada nota el pensamiento como potencia de lo presente. Y un punto de llegada: fuerza de rebelión y de fiesta para no quedarnos solo con lo que hay.