La hibridación entre lo vivo y los artefactos digitales ya existe, es un hecho. Las transformaciones que supone son, a la vez, culturales, biológicas y ecológicas. Es la razón por la cual nadie puede, hoy por hoy, situarse en una posición imaginaria que consistiría en preguntarse si acepta o no esta hibridación. Sin embargo, no debemos abandonarnos tampoco a la fascinación de la fuga tecnicista hacia adelante, evitando una visión crítica y seria de todos los fenómenos que están cambiando actualmente el planeta entero. La singularidad de lo humano es, hoy día, como a menudo en la historia, un campo de fuertes conflictos. Ante los proyectos postorgánicos actuales, que pretenden liberar a lo humano de su animalidad y de su cuerpo, es urgente constatar la unidad animal en la que participamos para defender la vida.
Miguel Benasayag