Homenaje a Néstor Perlongher

 

Episodio CXLIII

 

Este texto de Adrián Cangi sobre el legado más agudo de Perlongher anticipa, como homenaje, la publicación por parte de Red Editorial de una nueva edición de “Evita vive”, junto a otros textos de Perlongher, con un nuevo prólogo y una entrevista al propio Cangi sobre el recorrido de Perlongher como poeta, ensayista, militante político, cuerpo experimental…

Adrián Cangi*

 

A Reynaldo Jiménez

 

Antropología del deseo

Pude escribir entre las páginas sobre Perlongher, que la atmósfera barroca que lo impulsó entre poesía, ensayo y relato funciona como una antropología del deseo que pone en movimiento y extrema una filosofía antropofágica. Con su gesto plebeyo logró correr y corroer aquella arquitectura de sombras y espejos que el barroco clásico destinaba al mundo inferior, haciendo de la atmósfera un fluido “licuescente” que torna resbaladiza toda percepción. Solo en el corazón terrestre del alma de las cosas, en los cuerpos y entre las fuerzas de los elementos, es donde se produce la transformación “del cuerpo en el cuerpo” por las fuerzas de la “liana divinal”. Nada hay en éste instante más “sacrosanto” que la transformación material. Es distinta esta manera de captar la luz por la “liana divinal” entre el agua y el aire –mitad flor, mitad fuerza”, que la del “animal carbunclo” –mitad cabra, mitad linterna– que Lezama Lima considera como el gran dispositivo engendrador de la poética de Góngora. Mientras Néstor Perlongher flota en la pantalla líquida de La Flor de las Aguas, Góngora ve a través de la luz oscura de ofuscada luminosidad. La sustancia embriagadora de la ‘flor de las aguas’ o del ‘pelo de Dios’ es mediúmnica e introduce en el trance.

 
Éxtasis

El conocimiento y el éxtasis jamás han sido distritos blindados entre sí. Para “ir hasta el fondo” en una visión unitaria no es posible prescindir del arrobamiento. Publicamos en conjunto con Reynaldo Jiménez la última entrevista inédita de Néstor Perlongher sobre el éxtasis y la poesía en su primera traducción al español –dentro de la sección de entrevistas completas en Papeles insumisos (2004)–  realizada y remitida desde Salvador (Bahía)  el 11 de abril de 2003 por Edward Mac Rae. El entrevistador es un amigo de andanzas sexuales y quien lo introduce en la floresta amazónica donde el poeta “recibió” varios “himnos”. Las trazas de esta experiencia tensan el poemario Aguas aéreas (1991) con el poema inconcluso descubierto en la incursión que realizamos en sus archivos Auto-Sacramental do Santo Daime (2001). En esta última entrevista el poeta intenta deslindar los modos del trance entre la magia profana de la poesía y el descenso vertical sobre los cuerpos de los cantos míticos, disciplinarios y omnipresentes del Santo Daime. Último esfuerzo de trinchera tanto para precisar como deslindar el acceso a las visiones poéticas y a los modos doctrinarios normativos de la liturgia. 

Siempre reconoce el poeta que la poesía no es una liturgia, aunque sí una rarísima forma ritual. Nunca niega la presencia de una voz divina o sagrada que en ambos casos excede al “yo”. Titulamos la entrevista “Recibir los himnos, pero celebrar el vacío”. El fondo de Perlongher es la experimentación “incitadora” del yagé y la recepción de los “himnos” con fines tanto poéticos como curativos. En los últimos años de experimentación del “mal de sí” –como llamó al HIV en su flujo sanguíneo– insistió de modo incesante en los umbrales de una antropología del éxtasis. Entre “Poesía y éxtasis” (La letra A, nº 3, 1991) y “La religión de la Ayahuasca” (El Porteño, nº 116, 1991, publicada bajo el título “Éxtasis sin silicio”)–  Perlongher intuyó que la fuerza poética es una forma del éxtasis que conserva en el “salir de sí” una relación con lo divino. Estos textos compilados en Prosa plebeya. Ensayos 1980-1992 (1997, Selección y prólogo por Christian Ferrer y Osvaldo Baigorria) se complementan con la última entrevista citada y con el seminario sobre “Antropología del éxtasis”.

Poética

La ‘extática’ siempre se opuso a la ‘retórica’, como los magos se opusieron a la verborrea urbana de una práctica civil y política. Las fuerzas del cosmos chamánico abierto a los rituales colectivos como vibración con el cosmos, fueron derretidas en la embriaguez privada de los santones de clausura y luego en las pobres mercancías de poca monta de mercados mercenarios para consumidores solitarios y escapistas. ¿Dónde ha quedado el “soma de luz” o  la “miel de la gran curación”? En el final del Auto Sacramental do Santo Daime el poeta hace tomar la palabra a “Los Indios” entre los elementos y sus fuerzas: “Para espantar / a los europeos, / para ahuyentar a los innobles, / para asustar / a los aventureros, / y para castigar / con una reprimenda de la mente / a los niños rebeldes o a los jóvenes / que creen que pueden transgredir e1 orden / inmutable que el yagé nos da y revela. / Somos nosotros quienes te descubrieron, santa / sustancia vegetal. / Experimentando los ofrecidos como maná / poderes de la selva. / Mezclando, masticando. / Adivinando, divina- / mente intuyendo, y explorando. / Meciendo, cociendo, macerando. / Dando a lo que nos es dado / divina vuelta, por / el lado de los dioses; / ellos son naturales elementos: / está el Dios de las Semillas (Huichilobo) / y el Dios de la Floresta, claro niño Dionisio, / la Madre de las Aguas y la Diosa del Viento”. La invocación a los eternos poderes impersonales de las fuerzas de la selva, pone en su lugar tanto a las pretensiones de la moderna colonización como a los llamados rebeldes que juegan en la superficie del sentido. Este es el modo de pensar que el poeta encuentra, para abordar lo arcaico de lo moderno, evocando simultáneamente la cara impersonal de las fuerzas y la actualización corpórea bajo los efectos del Dios de la Semilla, del Dios de la Floresta, de la Madre de las Aguas y de la Diosa del Viento. 

El gran teatro alquímico de la floresta abre curso a los procesos del sueño  –recuperados a través del trance del vegetal por Perlongher– para salir fuera de cualquier forma de la religión de la conquista. El vehículo del Auto Sacramental permite hacer uso del teatro sagrado para convocar el juicio experimental y la metamorfosis plurimodal de los cuerpos. La impronta femenina que Perlongher recupera de Juana Inés de la Cruz, indaga en la antropofagia ritual y simbólica con la fuerza de una promesa plurimodal en la relación de los cuerpos. El sentido de los Auto Sacramentales, que se representan durante el Corpus Christi, siempre acentúan en la fiesta celebratoria un asunto pagano y un argumento de los elementos cósmicos. Perlongher parte desde allí, no se trataría del misterio de la Eucaristía sino del teatro alquímico del vegetal. Como interpretación histórica para la memoria americana, Perlongher evoca las fuerzas de los elementos de los rituales indígenas de América como cifra y prefiguración de la Naturaleza.  En el Auto Sacramental el personaje de “La Luz” pregunta: “De do viene tu fuerza?” y “La Fuerza” replica: “Y de dónde tu luz?”. El vegetal se revela como “La Ayahuasca” y dice: “Oh Fuerza, oh Luz, oh madres / de mi acuática cascada como un peltre / de la cristalería que se raja e / irrumpe en el jardín desmelenado una / vibración descomunal, / que otorga a aquél que aprovecharla sabe / la fuerza y los poderes de la luz. / Encuentro no de aguas más de plantas / (siquier plantas acuáticas: aéreas) / mi origen determina, me da a luz. / Masculino el jagube, entrelazándose / en las cimas / más ariscas del bosque, / enrollado en el torso de los troncos, / divisa una femenina arbusta, a simple / vista insignificante, / más que trae la mixtura y la cohesión / a todo y de todo significa: / femenina chacrona, oh divina rainha, / a la que sólo las mujeres tocan / y limpian y desbrozan / con sus desnudas yemas / impregnadas de cantos en el canto. / Los hombres, entretanto, me buscan / en la selva; o, mejor dicho, buscan / la liana divinal: / ella no es fácil de arrancar, se aferra / con toda (que mucha) su fuerza / al corazón terrestre del alma de las cosas / y sólo permite que la lleven si una música / impregna con delicados tonos de agreste almíbar / la fantasmagoría de la selva: / un canto de esforzados campesinos, / pastores de la silva (…) Una vez retirada, en colchones de flores, de la selva, / a la tenaz enredadera a un / palacio la llevan: / palacio porque todo lo que toca la liana / de una descomunal festividad ornamenta / y trasluce / en la húmeda mirada de rurales atletas / la emoción del momento sacrosanto”. 

 

 Buenos Aires, noviembre 2022

 

***

 

* Ensayista, editor y filósofo. Enseña en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad Nacional de La Plata y en la Universidad Nacional de Avellaneda, donde dirige la Maestría en Estéticas Contemporáneas Latinoamericanas. Se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de San Pablo, Brasil. Es autor de Antibiografía. Declaraciones impropias (2022), Gilles Deleuze. Una filosofía de lo ilimitado en la naturaleza singular (2010, 2014); co-autor de Filosofía para perros perdidos. Variaciones sobre Max Stirner (junto a Ariel Pennisi, 2018), y compilador y autor de Linchamientos. La policía que llevamos dentro (junto a Ariel Pennisi, 2015), de Imágenes del pueblo (2015); Meditaciones sobre el dolor (junto a Alejandra González, 2019); Vitalismo. Contra la dictadura de la sucesión inevitable (en colaboración con Alejandro Miroli y Ezequiel Carranza, 2019) y Meditaciones sobre la tierra (junto a Alejandra González, 2020).

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