¿Qué ves cuando me ves?

Episodio VII

Demasiados entredichos presenta la pandemia por coronavirus que asola al mundo y no pocas acciones del gobierno argentino se suman a esa ensalada global –como el impulso a las fuerzas armadas y de seguridad para realizar tareas humanitarias o el desbande de jubilados en los bancos para percibir su magro salario– como para que un evento solidario, benéfico y televisado venga a sumar una innecesaria mancha más a la delicada e inédita situación.

Sin embargo, la mega transmisión televisiva del domingo por la noche denominada “Unidos por Argentina”, que reunió por primera vez en la historia local a los seis canales de aire y de alcance nacional del país, dejó al descubierto la descomunal intemperie cultural que nos aqueja y que es más grave y lacerante que virus alguno.

El evento que se presentó como impulsado por Fabiola Yáñez, compañera del presidente Alberto Fernández y titular de la Fundación Banco Nación, mostró no ya la imagen desteñida de un país pobre como el que somos sino, peor aún, el de una Argentina empobrecida.

Dejar en manos de los empresarios del entretenimiento una convocatoria benéfica a la unidad confirmó que aquellos que piensan y ejecutan la vida comunicacional y artística de la Argentina de hoy no descansan en el vaciamiento sistemático,y que la tan mentada unidad remite a un “todos” donde el universal propuesto es de una chatura abrumadora, lisa y obediente que, en su amalgama, arrasa con los matices y niega tradiciones que dan carnadura a unas personas que habitan un tiempo histórico y un territorio determinado.

Lo que se vio, se dijo y se escuchó artísticamente anoche fue una topadora de subjetividad establecida, una celebración del lugar común, un recorte de lo que somos –y de lo que queremos ser– que desnuda la zona arrasada que habitamos.Hubo una decisión de apostar a la virtualidad televisiva y a una didáctica simplona antes que asomarse al torbellino de lo popular con su contradictoria vitalidad que refiere a una huella política con un abanico de senderos por transitar.

Un ejercicio posible y doloroso para buena parte de los habitantes que se regodean en la denominada grieta partidaria sería preguntarse qué tan distinta hubiera sido la función si la hubiera organizado la administración macrista. Y la respuesta –aunque duela–es que anoche solamente faltaron los globos.Hay un imaginario impuesto en torno al coronavirus y al modo de evitar su propagación que nos empuja a un mismo bando: el de aquellos dispuestos a combatirlo untándonos con alcohol en gel y denunciando al vecino. Y en esa cruzada reconocemos a los mismos voceros de la reacción mediática que impulsaron y sostuvieron los años de pillaje de la coalición PRO-UCR.

No se trata aquí de proponer que la transmisión hubiera sido capturada por la prédica seis-siete-ochista estatal de los años de cristinismo duro, pero deberíamos ser un poco más selectivos al elegir con quiénes vamos a compartir la trinchera propuesta.

Y hablo de trinchera porque hubo una recurrencia al vulgar diccionario bélico para referirse a la pestey a ello sumó un elemento más para ligar esta maratón con aquella de mayo de 1982 –que entonces se extendió por 24 horas– y que procuró arrimarle ánimos y productos a los conscriptos enviados a la guerra de Malvinas por la genocida dictadura cívico-militar. Ahora, para subsanar el bochorno de 38 años atrás cuando arreciaron las denuncias contra el régimen por haberse robado buena parte de las donaciones, se recurrió al paraguas todo-protector de Cruz Roja Argentina que quedó como la exclusiva encargada de administrar una recaudación que rozó los 88 millones de pesos (25 de los cuales los aportaron los canales con sus pautas publicitarias donadas a la causa).

La imagen positiva de la organización internacional en el país y su carácter neutral ofició como bálsamo e imán de una convocatoria que tuvo entre uno de sus voceros oficiales a Justo Lamas, alguien que se presenta así en sus redes sociales: “Trabajo en C5N, Radio 10 especializado en Solidaridad. Creo que la solidaridad es una herramienta transformadora que modifica el presente de las personas”.El comunicador que brinda charlas, talleres y conferencias acera de su historia de vida con “un mensaje inspirador”, integra la iglesia evangélica La Puerta Abierta y es, además, quien da su nombre al Justo Lamas Group, un emprendimiento educativo-musical-religioso que, según revela en su página web,tiene como misión “fomentar, a través de la música, la enseñanza del idioma español y los valores positivos” en escuelas de los Estados Unidos a través de un trabajo educativo que data de 1998 y que cuenta con una sede propia en Dallas.

A la guerra, la solidaridad y la fe, el envío le añadió una prédica constante y remanida en torno a la unidad de los argentinos sin jamás detenerse en siquiera mencionar para qué podría servir dicha confluencia. El pedido de una mínima reflexión en torno a esa máxima repetida como un mantra por la docena de conductores y animadoras y por cada voz invitada a ser parte de la emisión pide un pequeño gesto reflexivo en una gesta comunicacional como la que se propuso. Pero esa posibilidad quedó en el debe de la larga noche.

Deportistas, figuras del espectáculo y comunicadores de diversa índole tomaron participación remota y sanitaria de un mercado de variedades que mostró el escaso vuelo de la fauna autóctona y hasta una hechura estética en lo visual y lo conceptual que vino a reafirmar una modestia disimulada con brillos exánimes.Realmente había que ser muy patriota, solidario y esperanzado para soportar la ristra de lugares comunes de un evento que, como quedó dicho, ofreció una factura artística preocupante si es que pensamos que reunió a los conglomerados audiovisuales más poderosos de la nación.

La tabla de salvación a tanta chatura podía ser la música. Aún con las dificultades que impone la cuarentena, las redes estallan de propuestas musicales en vivo o ensambladas que exhiben ingenio y talento para procurar el sonido y el gesto capaz de reconfortar las almas en la emergencia. Vayan apenas como ejemplo las canciones propias con invitados que regala el trío rockero Divididos o los recitales hogareños ofrecidos por Pedro Aznar, Fito Páez, Chango Spasiuk o Fabiana Cantilo, por citar apenas algunas muestras desde la reclusión obligatoria.

Pero tampoco. 

Dicen que por un lado se vio la mano de Enrique “Pepe” Albistur, un empresario ligado a las gestiones peronistas y dueño del departamento de Puerto Madero donde convivían Fernández y Yáñez antes de mudarse a la presidencial Quinta de Olivos.Albistur –bien vale recordarlo– es quien como publicista manejó las campañas electorales de Ítalo Luder y Carlos Menem, recibió del entonces intendente Carlos Grosso la cartelería en vía pública de la Ciudad de Buenos Aires y luego fue Secretario de Medios en los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, actividades que no le impidieron hacerse propietario del ND Teatro y la radio 103.9 de Cariló. 

Y, por otro lado, hubo un explícito acuerdo con Sony Music para que la compañía aportara la inmensa mayoría de los artistas que participaron del show.

En esa selección abundaron figuras de la escena mediática iberoamericana (muchas de las cuales un año atrás participaron alegremente de recitales contra la gestión de Nicolás Maduro en Venezuela), en una decisión además absurda, tratándose de una pandemia global que habilita a que cada artista cante para los suyos y que en definitiva dio cuenta de una determinación estética e ideológica.

En ese pretendido crisol de voces fue imposible hallar rastros de una memoria cultural argentina ya que no hubo un solo sonido que remitiera al tango, al folclore, al rock local. Todo se desarrolló como un friso sonoro que dejó ver un posicionamiento acerca de lo que quienes promovieron el programa entienden por “todos” y por lo “popular”.Si alguien creía que la pandemia era lo peor que podía pasarnos, allí irrumpió la TV vernácula para cumplir un rol documental capaz de mostrarnos la basura que consumimos mansamente y cuáles son los patrones de vida societaria que propone la democracia burguesa administradora del capital.

* Periodista, trabajador de la agencia de noticias Télam, es integrante del colectivo radial que hace “Después de la deriva” en FM La Tribu, integró el colectivo de la revista Devenir, dedicada a las luchas del presente y a opciones de pensamiento emancipatorio.


IGNORANTES es una revista de contenidos en formatos imprevistos ligada con la actualidad desde la incertidumbre y la pasión política.


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